Una alimentación adecuada puede marcar una gran diferencia en patologías digestivas y metabólicas como colon irritable, reflujo, diabetes o hígado graso.
En estos casos, no hay una dieta única, pero sí principios clave: comer despacio, evitar ultraprocesados, reducir azúcares simples y aumentar la fibra de forma controlada. Por ejemplo, en casos de colon irritable, puede ser útil seguir una dieta baja en FODMAP durante un tiempo, siempre bajo supervisión profesional.
En enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2, es esencial controlar el índice glucémico de los alimentos, mantener una distribución regular de comidas y priorizar grasas buenas y proteínas de calidad.
Cada persona reacciona de forma distinta, por eso la personalización es fundamental. Un nutricionista puede ayudarte a identificar alimentos que te sientan bien, mejorar tus digestiones y controlar mejor tu patología sin renunciar al placer de comer.